viernes, 27 de febrero de 2009

THE WATER

Nadie hay, nadie espera,
el tiempo no necesita ocuparse,
no vale nada, es insulso,
insultante.
Mirar debajo de la cama
se ha convertido en una costumbre,
mala, pero costumbre.
A veces me asusto.
Me doy miedo.
Mañanas vacías de otoño
son algo normal aquí,
algo que es rutina, monotonía.
Empieza a gustarme.
Té de mañana y tarde,
silencio,
oigo pequeños ruidos al fondo,
trozos que se escapan de los rincones.
Me molesta todo.
Me enfado si el mundo respira.
Los libros se agolpan en la mesilla,
de noche, del salón,
las noches largas.
Ocupo todo el espacio, todos los rincones,
lo hago con ganas,
cada día más,
cada día me gusta más
y juego a hacer mayor el nudo.
Empiezo a sentir que no hay nada.
Empiezo a desesperarme.

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